martes, 19 de abril de 2011

La escritura en mi vida: escribir es salud

          En estos tiempos de pérdida de costumbres en pro del progreso, uno debe preguntarse si vale la pena la eliminación de esas cosas que se han hecho durante siglos y siglos, sin que les fuera nada mal. No me refiero a la pérdida de valores y ética que vemos a diario por culpa del canibalismo económico. Hablo de la desaparición de unas acciones que han sido muy útiles a lo largo de la historia y que no tienen repuesto posible. A mí me preocupa una en especial, la escritura. No nos engañemos, la gente ya no escribe. Hace una década la gente aún se trabajaba cartas para mandarlas a los conocidos en las fiestas. Luego llegaron los SMS. Ahora tenemos las proyecciones de Powerpoint que se van reenviando por email. Claro que siguen existiendo los periódicos -aunque las fotos, la publicidad e incluso los pasatiempos van ganando terreno-, la literatura y los blogs. Pero son formatos que parecen ir en desuso. La prensa escrita en papel decae porque la versión virtual, además de ser gratis, incorpora archivos multimedia para completar las informaciones. La literatura no parece recibir el apoyo suficiente y su consumo parece destinado al Día del Libro. Sobre los blogs, hace apenas dos meses que me he incorporado a esta dimensión y todavía no me he consolidado como usuario habitual. Los que sí lo son a menudo pertenecen también al mundo de la prensa o de la política y sus blogs sirven de complemento a sus noticias o a sus decisiones.
           Esa decadencia no es gratuita. Como decía antes, tiene su razón de ser en la vanguardia tecnológica. Aunque la menor escritura de nuestros días conlleva una serie de circunstancias a tener en cuenta. Entre la aparición de los teléfonos móviles primero, de los programas de mensajería instantánea (los messenger) después y finalmente, de las redes sociales, la reducción de la envergadura del mensaje es notoria. Lo expresado ha ido ocupando cada vez menos líneas. El problema es que con menos palabras no podemos llegar fácilmente a lo que se pretende expresar con más. Así que toca dejarse algo en el camino. Por eso el mensaje debe ser más conciso y esa concesión impide, a su vez, que el escrito pueda incorporar algún tipo de reflexión o que trate de un tema complejo. Pretender hablar de Darwin, física cuántica o política internacional en solo dos líneas es minimizar las ideas. Por eso se acaba cayendo en la banalización. Pero también en la trivialidad, porque como no se puede hablar de temas más serios e importantes, uno termina por hablar de chorradas. Eso, a fin de cuentas, es un lento y disimulado proceso de desculturalización que crea una barrera entre el ciudadano y la cultura que va mucho más allá de la ley Sinde.
           Parece mentira este desuso de la escritura. Yo no podría vivir sin ella. Estaba leyendo Rinconete y Cortadillo, de Cervantes, cuando apareció esa perífrasis verbal que se repetía en el Quijote, olvidábaseme de decir, y tuve la idea de crear este artículo, porque me recordó uno de los grandes valores que ha tenido la escritura, ser un sucedáneo de la memoria. Ya en Mesopotamia, cuando se creó el primer sistema de representación gráfica (no importa si se trataba de un alfabeto o de pictogramas, como en el antiguo Egipto), su función fue el apoyo mercantil; la escritura ayudaba al recuento de unidades en las transacciones. Mis primeros recuerdos con las 'letritas' son con esa misma finalidad, recordar: aún puedo ver cuando empecé a encargarme de hacer la compra con siete años y mi madre me preparaba la lista para no dejarme nada. La verdad es que tuve que aguantar muchas bromas sobre el papelito, aunque en la carnicería dejaron de decirlas cuando contesté un << seguro que tu hija no sirve ni para comprar >> cuando tenía unos nueve, creo. Es más, ahora con 23 sigo andando con la nota en el bolsillo cada vez que me toca ir a mí. Pero es que eso se acabó extendiendo a muchas otras cosas. El orden de estudio de una asignatura, me lo anoto. En frente de un examen, apuntados quedan los temas a exponer antes de escribir el nombre. Pero donde más notas acumulo es en el tema de las ideas: cada vez que se ocurre algo nuevo, lo escribo para que no se escape. Es algo así como la cartera de Jackie Chan, en la que hay dos o tres dólares pero un fajo de apuntes con nuevas escenas de inestimable valor. Para estas cosas más bien metódicas, soy así de obsesivo. La verdad es que siempre me ha hecho falta.
           Pero no sólo de intentar evitar la falta de memoria vive el hombre. Está claro que en el ser humano hay un miedo al olvido, de ahí que algunos usen la escritura para auto-reivindicarse (léase graffiti). Pero por suerte, la escritura aporta muchísimo más de lo que uno puede pensar. Como consecuencia de ese soporte a la memoria, escribir ayuda a desarrollar ideas, conceptos y reflexiones. Nuestra capacidad de recuerdo es limitada, pero el texto no, por eso con un código escrito se pueden ampliar y concluir los juicios y las opiniones que tengamos. Del mismo modo, escribir implica la necesidad de una mayor reflexión sobre la lengua, porque es necesario encontrar los vocablos adecuados para expresar algo preciso y concreto. Aunque es precisamente buscando esos términos cuando uno se da cuenta de lo que realmente quiere expresar. Un mayor dominio del lenguaje y de su codificación permite acceder al conocimiento con más facilidad. La escritura crea ideas. Ese control del código posibilita que se pueda experimentar con él, dando así lugar a la literatura. Ese jugueteo es una diversión. Un gozo intelectual para el que elabora su propio lenguaje. Un placer aparentemente privado, porque además de eso, la palabra debe rebotar como la piedra lanzada en el mar, tal y como dijo Larra, porque la finalidad de la escritura es también comunicativa. Se escribe para que alguien lo lea. Incluso aquella gente que escribe su diario privado sabe que algún día eso lo va a leer otra persona. Por todo esto es por lo que me expreso en un blog y no en Youtube, aunque todavía no tengo muchos adeptos por aquí. Para no dejarme cosas en el tintero, las expreso por escrito para sacarles más jugo y dejarlas más presentables, así será más fácil compartirlas.
           PD: Algún día hablaré del efecto de esta causa, la literatura.

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